Tuesday, February 21, 2006

 

LOS SACRIFICIOS PLACENTEROS EN BOGOTÁ


Desde que nací he tenido dentro de mi familia muchas referencias al templo de Monserrate, desde esos días muchos de mis familiares incluida la mi difunta tia Amparo y mi abuela llegaban a la ciudad a visitar el templo para hacer sus peticiones y para agradecer los favores recibidos, mi mamá también lo hacía, pero en menos ocasiones, antes de mis 20 años fui una vez en la que no encontré ningún sentido a esta visita, pero en el último viaje descubrí la verdadera cara de este sitio.
Ya era suficiente llevar más de 3 navidades con iluminación especial, varios comentarios sobre los restaurantes que se ubican allí y ver funcionando el Funicular y el Teleférico en días de semana para inferir algún atractivo que tenga este hermoso cerro vecino de mi ciudad, casi a la misma altura de mi casa, hoy puedo decir que el atractivo se puede dividir en dos formas, una por el día de la visita y otro por la posición económica de los visitantes.
En cuanto al día que se visita el cerro se puede dividir entre las visitas cosmopolita y las visitas religiosas, la primera de ellas se hace generalmente en días hábiles y se asciende en teleférico y Funicular, pues muchas personas no confían en la seguridad; estas visitas se centran en almuerzos y comidas especiales, con objetivos de negocios, citas de amor o cualquier otro motivo que merezca celebrar con una buena comida y un buen vino. Las visitas de fin de semana se hacen por motivos religiosos tales como el deseo de asistir a un culto católico en un lugar de peregrinación, estas visitas masivas se hacen los días domingos mayoritariamente, por el camino tradicional y a pie, en algunos casos sin zapatos o de rodillas de acuerdo a las promesas por pagar y el fanatismo personal.
Cuando se hace referencia a la forma en que se visita el templo de acuerdo a la posición social la relación no es tan obvia como parece, pues muchos esperarían que solo personas pobres llegáran los domingos, pues no tiene nada de exclusivo hacer esta visita, pero en las últimas tres veces que he estado allí he visto personas de todos los estratos subiendo a pie con un solo objetivo, visitar el templo y poder admirar la excelente vista de la ciudad, se le pueden sumar otros motivos como hacer ejercicio, asistir a misa, comer los más preciados platos criollos o hacer algunas compras.
Cuando se tiene el placer de caminar hacia el templo, disfrutar las diferentes vistas de la ciudad según la altura y lograr observar las excelentes construcciones con diseños arquitectónicos inimitables, es imposible no quedar maravillado y con deseos de regresar, pues ir a este sitio es tan agradable que independiente del credo que se profese vale la pena subir por el camino empedrado y disfrutar el ambiente religioso que origino el desarrollo turístico, pues con una iglesia inpecable, una plaza frontal que domina el terreno agreste y que se integra con un camino que muestra las estaciones de la muerte de jesus junto a una zona de comercio de artículos religiosos nació uno de los sitios religiosos más visitados en Bogotá.
Con el inicio del ascenso desde la Quinta de Bolivar aparecen cada uno de los comerciantes que domingo a domingo hacen su agosto en las ventas, el camino está lleno de personas que a diferentes ritmos suben y bajan todo el dia que hacen visible el camino desde la gran sabana, al llegar a la cima y adicional a la zona religiosa se encuentran las estaciones de Teleférico y Funicular que demuestran los triunfos de la ingeniería sobre el ambiente, todas con arquitectura impecable y que rememora el talento humano para exaltar construcciones, también se puede ingresar a una zona comercial de todo tipo, en casetas pequeñas con toda clase de artículos, por último disfrutar de la comida criolla, algo costosa pero que tiene todas las características de cualquier pueblo en Colombia, si lo desea puede seguir más adelante y adentrarse en una especie de mirador natural donde puede ver algunas de las manchas que quedan del bosque andino que otrora cubrían los cerros orientales.
En fin, estar en monserrate no puede describirse en un espacio tan pequeño y acompañado de unas pocas fotos, simplemente lo invito a hacerlo, eso sí con la predisposición para recibir pisotones y otras incomodidades propias de las masas, pero la vista y la experiencia lo vale, puede disfrutar un domingo en compañía que le permita salir de la rutina y hacer que su corazón y cuerpo ejerciten algo más que los dedos y manos en el Computador.

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